martes, 2 de agosto de 2011

ADIÓS SOLEDAD.

Pasaba las tardes sentada en aquella silla mientras acurrucaba mis pensamientos y miraba aquel lugar donde el horizonte se funde con el infinito.
Hasta que una tarde fría decidí levantarme y ahogada en mi soledad, abrí un viejo cajón lleno de recuerdos. Comenzé a buscar entre los abalorios, las fotografías y pequeños juguetes hasta que encontré un papel amarillento doblado en cuatro partes en el cual había escrita una poesía dedicada a tu pequeña, empezé a leerla mientras las lágrimas recorrían mi rostro.
El silencio me resultaba aplastante y mi soledad aumentaba por momentos, cuando sin ningún cuidado irrumpiste en mi pequeño rincón y te sentaste junto a mí. Juntos comenzamos a leer la poesía y solo reíamos y de vez en cuando cruzabamos un par de miradas.
Hace mucho de esto y yo sigo acudiendo a aquel rincón como aquella niña de 7 años, esperando a que tu presencia me vuelva a deslumbrar.
Entenderás que no voy a rogar a ningún Dios tu presencia, porque con creer en tí y confiar en tu fidelidad es suficiente para acabar con mi soledad.
                                     Kristen Cullen

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