Cuatro de la tarde, llega a casa después de un largo día. No come, directamente se tumba en el sofá mientras que, desinteresadamente, ve la tele.
Realmente está cansada, pero lucha a toda costa por no quedarse dormida. Pero, finalmente el sueño la vence, de pronto abre un ojo y se da cuenta de que ha perdido la noción del tiempo. En aquel instante solo se le pasa por la cabeza la carita de desilusión de la niña si ella no está cuando salga.
Rápidamente se pone el abrigo y coge las llaves, ni siquiera ha mirado la hora, solo tiene un objetivo... ¡Llegar a tiempo!
Como es de esperar llega cinco minutos antes, una vez más esta ahí. Comienza a impacientarse, pues todavía no ha salido...Cuando sin más oye a lo lejos: "Mamá, mamá", ella se gira y la ve corriendo hacia ella con una sonrisita de oreja a oreja. Mientras la niña se acerca, ella comienza a preparar la merienda.
Ya van, como de costumbre las dos a casa, mientras la niña le cuenta lo que ha hecho durante el día. La madre escucha con atención lo que le cuenta su hija, pues podrán parecer tonterías pero a su hija le va la vida en ello.
Todavía recuerdo aquellas tardes, en las que te contaba mis enfados y mis pequeñas aventuras del día a día. Todavía pienso en si tendrás un buen día para poder contarte las cosas que, hoy por hoy, siguen siendo mis pequeñas aventuras. Todavía, a pesar de lo que pueda parecer, espero con inquietud a que llegues para atacarte con todos mis problemas.
Pues pese a quien le pese, tú y solamente tú, has sido mi única compañía en mis momentos más bajos, en mis momentos de alegría.
Como te he dicho muchas veces nunca serás mi amiga, pero desde luego, cuando no las he tenido siempre has estado ahí.
¡Gracias!
Kristen Cullen.
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