Miro dentro de la bolsa, y no encuentro nada digno de vosotras.
Revuelvo el fondo, lo saco todo, rebusco, vuelvo a meter todo uno a uno, deteniendome, pensando si es adecuado, si os gustara.
No encuentro nada digno de vosotras y me desespero ...
Me detengo unos minutos, descanso, y le cuento a Carlos mi dilema, creo que no puede ayudarme, estamos en dimensiones distintas.
Le miro a los ojos y me adentro en los recuerdos, son como una escalera de caracol, un sinfin; desfilan de todos los tipos, de muchas etapas, y pasan los minutos sin darnos cuenta ninguno de los dos que hace rato el Sol se ha ocultado tras el edificio de maternidad.
Apunto de rendirme y claudicar en la busqueda del regalo para vosotras, me levanto del sillon azul junto a la cama para subir la persiana y al acercarme a la ventana veo mi reflejo en el cristal.
Me giro hacia vuestro tio y parece que sonrie, con una mueca de complicidad, pues me ha ayudado otra vez a encontrar el regalo.
No pienso envolverme en papel de colores ...
¡¡¡AQUI ESTOY!!!
Ernesto Durruti
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